Hace aproximadamente dos meses estuve de congreso en Sevilla.
Una de nuestras tardes libres, mi compañera Adela (quien me ha sugerido el tema de este post) y yo la dedicamos a pasear por el centro de la ciudad. En pleno cogollo, por la Avenida de la Constitución, nos encontramos con una fila tremenda que salía de la Fnac.
Estaba formada por adolescentes, en su mayoría féminas. Todas ellas estaban muy alborotadas e incluso se oían gritos procedentes de dentro de la tienda. Curiosa que es una, no pude evitar entrar (y os aseguro que no era tarea fácil) para ver a qué se debía tanto alboroto.
Resulta que la fila comenzaba en una mesita en la que estaban sentados cuatro o cinco chavales firmando discos. Eran muy jovencitos y de estética justinbieberiana, con flequillos ultra-planchados y ladeados.
La cosa es que ni Adela ni yo teníamos ni repajolera idea de quiénes eran. Y obviamente no podíamos quedarnos sin saberlo (como os he dicho, soy muy curiosa).
Para averiguarlo, me acerqué a las jovencitas más "tranquilas" que pude encontrar en la fila.
"¡Chicas! Oye, ¿a quién habéis venido a ver?" - dije con la mejor de mis sonrisas, que yo sé que los adolescentes son muy complicados y es mejor mostrarse "enrollado".
Me miraron como si fuese un auténtico extraterrestre y finalmente una se dignó a contestar (con una mueca, eso sí): "Auryn".
Supuse que ese era el nombre del grupeto de muchachos con flequillo y lo busqué en el listomóvil, por si acaso. Efectivamente, Wikipedia me lo confirmó. Ese nombre correspondía a un conjunto musical.
¿Me sentí fuera de onda o descolocada por no saber de la existencia de... Auryn?
NO. Me sentí aliviada. Aliviada por dejar atrás esa cosa llamada adolescencia.
Ya os he explicado alguna vez que no fue una de las mejores épocas de mi vida.
La época en la que escribí mi primera carta de amor a un chico: Brian Littrell.
La época en la que no paraba de escuchar la cinta de Five (de quienes ahora no recuerdo ni sus caras, por cierto)
La época en la que quería imitar la vestimenta de Victoria Adams (no pienso dar su apellido actual, ¿vale?)
La época en la que mi pobre padre tuvo que acompañarme a un concierto de Back Street Boys.
La época que, he de reconocerlo, recuerdo con cariño a pesar de todo.
A veces me imagino cómo sería encontrarme con la Julia adolescente de aquel entonces.
Me gustaría decirle tantas cosas. Darle tantos consejos. No los aceptaría, por supuesto. Ni tan siquiera los escucharía.
¿Qué pensaría ella de mi al mirarme por primera vez, en ese encuentro imposible?
¿Le parecería guapa? ¿Le gustarían mis looks?
Puede que, con sus pantalones acampanados arrastrando por el suelo, me dijera airada que cómo puedo llevar estas pintas.
No sé. Yo creo que este atuendo que hoy os enseño sí sería de su gusto. Hacedme caso, yo la conozco muy bien;)
Una de nuestras tardes libres, mi compañera Adela (quien me ha sugerido el tema de este post) y yo la dedicamos a pasear por el centro de la ciudad. En pleno cogollo, por la Avenida de la Constitución, nos encontramos con una fila tremenda que salía de la Fnac.
Estaba formada por adolescentes, en su mayoría féminas. Todas ellas estaban muy alborotadas e incluso se oían gritos procedentes de dentro de la tienda. Curiosa que es una, no pude evitar entrar (y os aseguro que no era tarea fácil) para ver a qué se debía tanto alboroto.
Resulta que la fila comenzaba en una mesita en la que estaban sentados cuatro o cinco chavales firmando discos. Eran muy jovencitos y de estética justinbieberiana, con flequillos ultra-planchados y ladeados.
La cosa es que ni Adela ni yo teníamos ni repajolera idea de quiénes eran. Y obviamente no podíamos quedarnos sin saberlo (como os he dicho, soy muy curiosa).
Para averiguarlo, me acerqué a las jovencitas más "tranquilas" que pude encontrar en la fila.
"¡Chicas! Oye, ¿a quién habéis venido a ver?" - dije con la mejor de mis sonrisas, que yo sé que los adolescentes son muy complicados y es mejor mostrarse "enrollado".
Me miraron como si fuese un auténtico extraterrestre y finalmente una se dignó a contestar (con una mueca, eso sí): "Auryn".
Supuse que ese era el nombre del grupeto de muchachos con flequillo y lo busqué en el listomóvil, por si acaso. Efectivamente, Wikipedia me lo confirmó. Ese nombre correspondía a un conjunto musical.
¿Me sentí fuera de onda o descolocada por no saber de la existencia de... Auryn?
NO. Me sentí aliviada. Aliviada por dejar atrás esa cosa llamada adolescencia.
Ya os he explicado alguna vez que no fue una de las mejores épocas de mi vida.
La época en la que escribí mi primera carta de amor a un chico: Brian Littrell.
La época en la que no paraba de escuchar la cinta de Five (de quienes ahora no recuerdo ni sus caras, por cierto)
La época en la que quería imitar la vestimenta de Victoria Adams (no pienso dar su apellido actual, ¿vale?)
La época en la que mi pobre padre tuvo que acompañarme a un concierto de Back Street Boys.
La época que, he de reconocerlo, recuerdo con cariño a pesar de todo.
A veces me imagino cómo sería encontrarme con la Julia adolescente de aquel entonces.
Me gustaría decirle tantas cosas. Darle tantos consejos. No los aceptaría, por supuesto. Ni tan siquiera los escucharía.
¿Qué pensaría ella de mi al mirarme por primera vez, en ese encuentro imposible?
¿Le parecería guapa? ¿Le gustarían mis looks?
Puede que, con sus pantalones acampanados arrastrando por el suelo, me dijera airada que cómo puedo llevar estas pintas.
No sé. Yo creo que este atuendo que hoy os enseño sí sería de su gusto. Hacedme caso, yo la conozco muy bien;)
¡Besos para todos!
(incluídos vosotros, queridos adolescentes)